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Crónicas y series fotográficas de José Alexander Bustamante

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4.21.2011

El lugar de la dualidad




Un conjunto urbanístico amarillo se veía a la distancia. El autobús hizo un recorte en un peaje, y en segundos el paisaje verde que nos acompañaba desde Puebla ha cambiado para darle paso bruscamente a la gran ciudad.
De golpe, calles y muchos carros, avenidas perpendiculares que se perdían a la distancia. Unos jóvenes con perros de pelea, algunos mercados ambulantes.
Era domingo por la tarde en Ciudad de México. Veníamos de pasar una semana en Cancún, en un encuentro familiar único. Llevábamos 24 horas de viaje. Por tierra habíamos pasado por Mérida, Palenque, Villa Hermosa, Córdoba, y algunas ciudades pequeñas del golfo de México, todo el antiguo territorio de los originarios Olmeca.
Qué se puede decir nuevo de México DF: su tamaño, su enorme cantidad de habitantes, la oscilación entre el México antiguo y la colonia española.
Sorprende que la ciudad sea muy limpia y ordenada, al menos la zona central del enorme valle. Es un país que posee una política cultural cuyo objetivo central es  preservar la memoria histórica. Sorprenden sus museos, la variedad y cantidad de ventas de comida. Sorprende que no se vean moscas con tanta venta de comida. Sorprende que haya un alto control de los vendedores ambulantes. En control del monóxido de carbono que emanan los millones de vehículos. Es una ciudad que como una burbuja ve desde lejos el intercambio de balas y muertes en otras zonas, como el norte del país y la frontera con Estados Unidos. 
 Claro, hay otras cosas que sorprenden, típicas de las grandes ciudades que  tienen objetivos de organización de los espacios públicos. Buen ejemplo las bicicletas que están apostadas en una parada, que por lo general es una plaza o avenida al lado de zonas verdes, con árboles frondosos y camaraderías, como la que vi en el Paseo Reforma.

 La persona afiliada tiene una llave magnética que le permite tomar una unidad y dejarla en cualquiera de las paradas ubicadas en buena parte del centro de la ciudad. Hay una parada con un gran mapa que índica rutas y toda la información.
El arma más importante durante esos cinco días fueron los mapas y desde su utilidad, organizábamos las rutas diarias, como lo hace cualquier visitante en el mundo. Un buen mapa hace que la ciudad se disfrute más. Así fuimos en metro a la virgen de la Guadalupe, a Chapultepec, al Paseo Reforma, al Zócalo, a la gran cantidad de museos, en especial al de Antropología en el parque Chapultepec. Una propuesta cultural de memoria histórica que aglomera  vestigios y representaciones de todas las culturas del llamado México Antiguo: olmecas, aztecas, chichimecas, teotihuacanos, mayas.  Entre los mejores del mundo.
Luego, la fortuna de contar con la amistad de Luvin Morales, Diseñador Gráfico venezolano, con varios años en ese país, hiso posible que viajáramos en su Ford Negro a Teotihuacán, en una visita del tamaño de sus pirámides: larga e impactante, una mirada al pasado que valora al hombre en su propósito de materializar ideas con motivos ideológicos y religiosos.


En el trayecto, pasamos por Texcoco, el antiguo reino del poeta prehispánico más importante: Netzahualcóyotl, su poesía de carácter filosófico se preguntaba por “el lugar de la dualidad, el lugar donde de algún se existe”[1]. Ahora es una larga zona de barrios periféricos. La autopsita a Teotihuacán como casi todas las de México, en óptimo estado, pero de impuestos altos. Luego un paisaje de casas blancas, una típica estampa de villa colonial, con aires de zona agrícola, sembradíos en el valle, plano y de tono desértico.
Al día siguiente  Coyoacán, la Ciudad Universitaria y el estadio de los Pumas,  la plaza Garibaldi. En Coyoacán; la casa azul de Frida Kahlo y el museo de León Trosky. Un pequeño pueblo que ahora está dentro del área metropolitana del DF.
Visitas por librerías intercaladas, comida de todo tipo y el último día un almuerzo hogareño en casa de Luvin, con las promesas de amistad eterna entre los viajeros. Veremos qué pasa.


[1] La vida a plenitud del poeta Netzahualcóyotl, vida y obra, José Luis Martínez, México: Fondo de Cultura económica, 1972.



 

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