Patrocinadores



Crónicas y series fotográficas de José Alexander Bustamante

__________________________

La Rama Dorada Literatura y Saber Compra y venta de libros nuevos y usados. Música y Películas.
Calle 27, entre avenidas 4 y Don Tulio, diagonal al Liceo Libertador

_____________________________
alexanderbustamante72@gmail.com

12.19.2011

Girona 175



Por José Alexander Bustamante-Molina

La lluvia del invierno austral nos obligó a estar reunidos por más de veinte horas en el desaparecido Hostel Oveja Negra de Santiago de Chile. Era el agosto de 2008, de un viaje que ya hemos relatado.
            Aquel breve cautiverio no ayudó a comprender, primero, la estética de los espacios, porque todo lo conversado en la sala del Oveja Negra, ha sido una de las conversaciones más subversivas que jamás haya tenido. Segundo, problematizar al hombre desde la idea del orden que proponen e imponen los gobiernos, con el fin sublime de la felicidad social.
            Aquella experiencia estética, se reveló otra vez, en otro sitio, con otros seres. Era el segundo piso de un antiguo edificio en el centro de Barcelona. El piso del medio. Tenía dos balcones, uno, el de sala, el otro, el de una habitación. Ambos daban a la calle Girona. Calle de poco transito, con el rumor de la gente conversando, de arboles altos, motocicletas estacionadas, algunas sillas y mesas que organizaban en la mañana y guardaban en la noche, era un sonido de metales que dos veces al día hacía las veces de un reloj. El clima era fresco, alrededor de los 20°C, ideal.
Dentro del piso, había otro mundo, otra forma no solo de ver la ciudad, España o Europa, sino de ver a Venezuela. Cinco venezolanos y una colombiana, que han hecho de la necesidad del espacio, un estilo de vida, de la compresión ante las relaciones humanas, de crítica y el entendimiento para vivir en armonía.
Como parte de esta política de las relaciones, los visitantes locales y foráneos, se pasean por el Girona 175, como resultado, entre varias categorías, era pensar en el país, ese que a la distancia se ve más con nostalgia que con alegría.


II
Venía de una estadía en Madrid en casa de Eliecer, hijo de un vecino de mis padres. Lleva más de tres años en España, es médico, cardiólogo, egresado de la ULA, digamos que le va muy bien. Pero esa será otra crónica.
Dos danieles, Patty, Nico y mi primo, el Dandy habitan el piso de Girona. Estudian, trabajan, viven el día a día de esta España y esta Europa de los escenarios de la eurozona y las consecuencias de la integración monetaria y la crisis financiera. Dos parejas y el Dandy, soltero temporal.
Sin embargo, aquel escenario era mucho más motivador para ellos que la idea del regreso. Tenían una habitación libre para los visitantes, a la que llamaré la habitación del “jardín de gente”, como la canción de Spinetta.
El piso de Girona tiene un largo pasillo, una amplia sala que se comunicaba al balcón que daba a la calle.  Dos baños, uno con ducha, compartido, con varias entradas.
Es un orden cooperativo, democrático, en pequeña comunidad, haciendo de aquel espacio, un lugar sereno, amable, muy limpio y ordenado. Si partimos de la dificultad del vivir con otras personas en el mismo espacio, entendía que no era algo fácil, pero lo manejaban bien.
También largas horas de noches frescas fueron propicias para pensar, ya no la sociedad latinoamericana y sus fuerzas políticas, como en el Oveja Negra, ahora era Venezuela como el espacio de nuestro interés. De los profesionales venezolanos que optan por este extraño exilio, a la espera de condiciones, de un modelo de país más atractivo, no desde una fuerza política por otra, como muchos podrían imaginar, sino desde el país visto por las acciones de las fuerzas políticas que lo habitan, tan agotadas y agotadoras, sin un proyecto verosímil, una clase política de gobierno y oposición que se acercan más a la pena ajena que al prestigio que inviste ese rol en la sociedad, pensabamos más la idea de país como un estado para la convivencia. Y lo llamativo es la cantidad de venezolanos que cada vez optan por la salida. Por eso tienen al “jardín de gente”, para darle un espacio temporal a los que intentan hacer vida fuera del país.

III
Con el vino llegó el tema de las parejas. Esta comunidad de Girona tenía otro modo de la vida en pareja, alejado de las convenciones tradicionales. Le daban al azar una cuota importante para el devenir, la idea del “juntos” desde la experiencia diaria, que a fin de cuentas es la que enriquece o empobrece a toda relación. Eso sí, cada oveja con su pareja.
Lógicamente que cada quien, no solo tenía una perspectiva, sino cada uno asomaba la vida propia como ejemplo de lo que nos ha tocado vivir bajo ese estado: aciertos y desaciertos, encuentros y separaciones, amor y desamor, compañía y soledad, en pocas palabras, las dualidades del amor. Cuando la madrugaba asomaba, también llegaban confidencias, revelaciones y consejos.
Así se fueron las horas, entre anécdotas, risas y celebraciones, quizá uno de los encuentros más francos del último tiempo, con el Dandy y su hospitalidad, sus ganas porque conociera lo turístico y no tan turístico de Barcelona, como aquel museo de objetos y maquetas en miniaturas que un anciano catalán tenía en el sótano de un pequeño edificio, esa también será otra crónica. Veremos qué pasa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario