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Crónicas y series fotográficas de José Alexander Bustamante

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6.18.2010

Semana uno: sueño, vuvuselas y lágrimas


El primer síntoma de aburrimiento de un partido de fútbol, antecedido por  un bostezo, es el sueño. Cuando comenzábamos a sentir la pesadez de los parpados es que la emoción del juego aun no ha llegado. Luego y como un acto de respeto, si estamos en casa, tomamos café, hacemos alguna llamada breve, pensamos en lo que haremos al terminar el partido, miramos el reloj con ganas de salir a hacer algo más importante. Cuando sentimos que estamos perdiendo el tiempo, estamos frente a un juego malo. Si hacemos una siesta, debemos tomarlo como una forma de protesta.
            La estandarización de la forma de jugar el fútbol (diferente a globalización) es la primera valoración de este Mundial de Sudáfrica. Una conclusión apurada diría que todos juegan igual y una más explosiva, que juegan igual de mal.
Los escasos goles, la gran cantidad de empates, comienzan a mostrarnos un espectáculo que llena a toda la sociedad de expectativas y con el paso de los días ha mostrado poco y que salvo algún inoportuno que quiera jugar bien, las sorpresas se darán desde juegos como el de España-Suiza, desde una jugada más llena de fortuna y azar que de táctica y estrategia. O goleadas dudadas como la de Argentina.
La simpleza de los esquemas de juego (diferente a sencillez) está modelada por el fútbol europeo. La mayoría de quienes participan en la Copa juegan en esa zona del mundo, desean jugar allí o están influenciadas por los torneos de Inglaterra en el mejor de los casos o de España e Italia como malos ejemplos. Ni hablar de la poca calidad y competitividad de Alemania, Francia y el rosario de ligas menores como Holanda, Bélgica, Portugal, Grecia o Turquía, entre otras.
Estamos viendo una pobre versión del modelo de fútbol europeo, se impone desde el resultado, desde equipos ordenados que atacan poco. De jugadores denominados “estrellas”, donde el talento es superado por el marketing. Sin dejar de acusar el cansancio que trae la mayoría, donde han jugado casi un centenar de partidos y vienen de lesiones prolongadas.
Sudáfrica en una semana nos ha mostrado un fútbol estándar y muchas siestas, una cosa va con la otra. Pensar que algo diferente suceda en estas tres semanas restantes es una apuesta de fe a la voluntad de una tendencia que se ha marcado: fútbol aburrido, con la excepción de Chile.
Desde el  contexto, las vuvuselas (made in China) y las lágrimas de Jong Tae-Se, son dos de las notas recordadas. Las primeras, un patrimonio cultural que provoca un zumbido insoportable, que gracias a Diego Forlán (y no a Uruguay) han sido parcialmente silenciadas.
La segunda, conmovieron a muchos, en un inesperado acto de identidad que mezcla sentimientos familiares y políticos, en todo caso, en una semana es la cara nueva del fútbol, más por el llanto que por lo que hizo en  la cancha o quizá lloraba por la pobreza futbolística que estaba viendo, incluyendo la de Brasil. Veremos qué pasa.


 

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