De los tres juegos de la fase de grupos, es evidente que sólo el segundo es el que intenta dar una muestra de ganas por buscar el arco contrario, que a fin de cuentas es el objetivo de este juego.
El primer encuentro lo absorbe la expectativa y la presión mediática, el primer juego tiende a ser una faceta que evade cualquier tipo de análisis, es una falsa muestra que necesita de ese segundo encuentro para mostrar, ratificar y en la mayoría de los casos rectificar.
El tercer encentro es el de las calculadoras, los arrepentimientos, el desespero, el del desgano y en algunos casos de suspenso, el de ayudar a los favoritos. Si lo miramos sin particularidades, es un juego que sobra. Deberá ser un cambio para futuros mundiales, grupos de tres y partidos de octavos de final a ida y vuelta para que se le devuelva la emoción al Mundial y evitar que la prensa juegue con los lugares comunes: “en octavos de final comienza el Mundial”. Comenzó con las eliminatorias.
Las sorpresas pertenecen casi siempre a los dos primeros juegos, en el tercero, eventualmente están los sorprendidos, aunque por suerte no es una constante.
Del grupo de los sorprendidos: Italia (siempre justificada porque empataba, ahora recibe la lección a la mezquindad), la recién nacida Eslovaquia, diferente a Eslovenia, que es otro país (celebro como si hubiesen ganado la final, para ellos ya terminó el torneo), Francia (superada por la “mano” de un fanático de los astros), Nueva Zelanda (eliminada invicta) y los representantes africanos, que llegaron en su peor nivel, de norte a sur: Sudáfrica como anfitrión se quedó al inicio, apenas Ghana, selección que clasificó perdiendo (como México), de resto, todos quedaron sorprendidos con su juego y los resultados, demostrando que el fútbol africano produce grande jugadores (Drogba, E´too), pero pequeñas selecciones.
Del lado de los clasificados, los equipos de Suramérica llegaron todos a los octavos de final, lo que demuestra que jugadores y selecciones conforman equipos competitivos: Paraguay: nunca ha estado más convencido que el mejor ataque es la defensa. Uruguay: intenta quitarse la herencia histórica con su juego de tropezones (que ellos llaman garra). Brasil: es el mejor equipo suramericano de estilo alemán (Dunga es el mejor técnico en limitar el talento). Argentina: juega con doce jugadores (el Ego), no saben lo que hacen, pero han logrado ganar, son el mejor reflejo de su técnico. Chile: es el más ofensivo, aunque no es favorito porque hace pocos goles. España (¿o el Barcelona?) tiene los mejores jugadores, si no salen campeones tendrán que esperar veinte años más para ser candidatos firmes.
Un tercer grupo, ambiguo, entre sorprendidos y clasificados lo conforman Portugal, donde su estrella Ronaldo, no sabe otra cosa que mirarse al espejo y se olvidó de jugar. Estados Unidos (que cada vez es menos sorpresa), Japón y Corea del Sur (nadie sabe cómo llegaron, pero ahí están) y el clásico de Europa entre Inglaterra y Alemania (casi siempre ganan los alemanes). Veremos qué pasa.