Después de un viaje en moto por Centroamérica y Venezuela, Jean Luc Malet y su esposa Severina escogieron a Mérida como su segundo país y La Mano Poderosa como la Capital. De eso ya han pasado más de quince años. En todo ese tiempo conocimos a un nuevo venezolano con acento francés, como me dijo alguien hace unas noches. Y es que Jean Luc se integró a nosotros con tanta espontaneidad que costaba creer que había crecido y vivido en Lyon, Francia.
Hace unos años coincidimos en intensas y gratificantes jornadas de promoción musical y cultural con la desaparecida Revista Ángulos. En su casa de La Mano Poderoso tuve la oportunidad de entrevistar, junto con Francisco Díaz y Waldir Barranco, y compartir con algunos de los baluartes musicales más importantes de Venezuela: La Seguridad Nacional, La Misma Gente, los Pixel, Caramelos de Cianuro, Facundo Cabral, entre otros. Convirtió el Hoyo del Queque en el mejor lugar alternativo de nuestro país y cada aniversario era esperado con ansiedad. La música como medio de expresión cultural y no de entretenimiento.
La noticia de su muerte es un dolor que nunca podrá aliviarse del todo, nos dejó un legado precioso de trabajo y perseverancia, de la amistad, de la solidaridad, de la alegría por sacar el país adelante a pesar de sus dificultades, de contribuir para que Mérida cada día tenga mejores oportunidades culturales, él desde la música soñaba con editar el gran libro del rock nacional, todos los años apoyaba a la Fundación Nuevas Bandas para que el talento de la región tuviera oportunidades de darse a conocer. Era una persona que creía en las oportunidades. En los últimos meses estaba dedicado a su estudio y a su productora de documentales musicales. La lista de sus actividades por la ciudad es muy larga, sin dejar de lado su servicio de guía de turismo por nuestras montañas, las que conocía tan bien como si se hubiese criado en el páramo andino.
De Jean Luc también recordaré el fútbol, esa era nuestra conversación habitual, si era tiempo de Champions daba cada detalle de las contrataciones del Olimpic de Lyon, si era de selecciones, la francesa era el tema, pero también la Vinotinto y cada domingo visitaba el estadio con su hijo, para ver los milagros de Estudiantes de Mérida.
Ahora ya no está con nosotros, se fue como decían los antiguos nahuas: “Al lugar de donde algún modo se existe”. La fugacidad de la vida se la arrebató una noche inesperada por la imprudencia de alguien al volante. Su memoria y su recuerdo no nos lo arrebatará nadie. A pesar de que nunca estaremos preparados para aceptar que los seres queridos ya no estén, es necesario un ejercicio de la ausencia para imaginarnos que están de viaje, a “la tierra muda” como decían los Incas, salvo que las esperanzas del retorno se comprimen en el corazón. “Rezo por vos”, como dice la canción de Spinetta. La invulnerabilidad del amor será el sentimiento que fortalecerá el recuerdo, nuestro recuerdo por ti Jean Luc, amigo, aventurero, soñador; merideño, siempre. Veremos qué pasa.
saludos a mi mismo
ResponderEliminarMe encantó esto, felicidades. Es alguien a quien sigo admirando mucho, a él y a su esposa Severine.
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